miércoles, 18 de julio de 2012

PREBIOTICOS, la fibra y la información nutricional

La década pasada fue las del avance en las comunicaciones, la de internet, los grandes avances de la década actual serán los de la biotecnología, y todo lo que lleve el prefijo “bio” llevará envuelto el símil de vital, avance, moderno y así será reconocido por el consumidor. Pero la realidad es que al ser humano nos cuesta adaptarnos a los cambios y el que nos hablen de modificaciones genéticas o cultivos bacterianos, por ejemplo, nos suena ahora tan mal, como en su día les pudo haber sonado a aquellos que le sustituyeron la luz del candil por el del filamento incandescente de la bombilla.

Los términos prebióticos y probióticos, y últimamente la conjunción de ambos, los simbióticos, inducen al error de similitud de los términos cuando, a nivel molecular, muy poco tienen que ver el uno con el otro. La variabilidad en la investigación de los probióticos está inducida por la esperada con cualquier ser vivo, mientras que la de los prebióticos podría parecer de conclusiones más sencillas al tratarse de sustancias inertes. No en vano ya en 1984, Tanock se atrevió a escribir “todos los investigadores que intenten estudiar la flora normal del tracto gastrointestinal se horrorizarán, más pronto o más tarde, por la complejidad del ecosistema que contiene unas 400 especies de bacterias las mayoría de las cuales son muy difíciles de trabajar en condiciones de laboratorio”. A esto hay que añadir que la extrapolación de conclusiones de animales a humanos, en esta ocasión no se puede llevar a efecto toda vez que las floras bacterianas son distintas.

El problema le surge al consumidor al presentarse ambas sustancias comercializadas en productos similares. Mientras los efectos claves del Lactobacillus Plantarum, en el caso de los probióticos, consisten en su capacidad para modificar la respuesta inmune, bien sea por la producción de citoquinas o por la modificación de los peptidoglicanos o ácidos teicoicos de su pared celular. En el caso de los prebióticos su efecto parece ser debido al impedimento de la formación de miscelas con las grasas, con lo cual reduce los niveles de colesterol absorbibles, así como, el entorpecimiento de la circulación enteropática y con ella la dificultad también de su absorción.

Mientras la EFSA ha manifestado que no hay suficiente evidencia científica, o éstas son muy variables para la primera, en cambio, si se ha mantenido desde hace tiempo con respecto a la segunda, es decir, a la capacidad anticolesterolémica de la fibra. Lo cual no debe de confundirnos con otras sustancias que también han sido aceptadas por la EFSA como anticolesterolémicos, desde incluso antes, como son los fitoesteroles y fitoestanoles, los cuales deben su acción a la similitud estructural con el colesterol, que gracias ella compite con él en su absorción . Estas sustancias se encuentran de forma natural también en las frutas y verduras pero a unas concentraciones inferiores a las requeridas para ejercer el efecto hipocolesterolemiante. Surgiendo entonces una pregunta



¿son completamente seguras las altas concentraciones de fitoesteroles utilizadas en ciertos alimentos?



Los productos que normalmente están en las estanterías de los supermercados pueden multiplicar entre 5 y 10 veces las concentraciones normales de consumo de los fitoesteroles y aunque no se han demostrado efectos tóxicos, sí que se recomiendan que sólo se consuman cuando requieran bajar los niveles de colesterol, no recomendándose en embarazadas, lactantes, ni en menores de 5 años.



Como se puede observar sacar conclusiones nutricionales y por tanto proceder a recomendaciones dietéticas inamovibles no resulta tarea fácil, entre otros motivos porque nunca nos alimentamos de nutrientes aislados. Para la fibra,por ejemplo, que como tal aparece reseñada en el etiquetado nutricional no hay ni tan siquiera una única definición estandarizada y la clasificación comúnmente aceptada entre soluble e insoluble carece de mucha lógica fisiológica puesto que esta solubilidad depende en gran medida del pH. Para la OMS son aquellos polisacáridos que se encuentran en las paredes celulares de las plantas recomendándose una cantidad diaria de 14 g por cada 1000 calorías, si lo que se persigue es su beneficio cardiovascular, es decir entre 20 y 30 gramos diarios. Si lo que se persigue es su beneficio digestivo la cantidad recomendada es menor. Aún así la ingesta habitual está muy por debajo de lo recomendado, casi la mitad. Hay estudios que nos dicen que el aumento de 10 g de fibra al día reducen el riesgo cardiovascular en un 14%, pero de igual forma otros dicen que ese efecto se debe a los fitoquímicos, como el salicílico, que acompañan a las fibras de las frutas y verduras, y refinar, por ejemplo los cereales puede reducir entre 200 y 300 veces la presencia de estos fitoquímicos.

Con todo, los principales beneficios de la fibra son las mejoras digestivas y la reducción de la incidencia del cáncer de colon.



¿Cabría esperar efectos secundarios por una excesiva ingesta de fibra como ocurre con los fitoesteroles?



Si no existen patologías asociadas, no parece tener efectos secundarios, con la excepción de la presencia de fitatos que precipitan y reducen la absorción de minerales, lo cual la podemos contrarrestar mediante fermentación al producir los microorganismos la enzima fitasa que inactiva la acción de los fitatos.

Como se puede comprobar las situaciones son complejas y esta complejidad es la que puede ser mal utilizada en las campañas de marketing, lo que requiere, en el caso de los probióticos, una mejor información al consumidor, teniendo presente que aunque la investigación tiene por finalidad mejorar el conocimiento sobre el papel de los microorganismos en nuestra salud, se tienen que realizar todavía muchos estudios para estar seguros de sus beneficios.

miércoles, 11 de julio de 2012

LA SAL COMÚN, … y los plátanos

Aunque existe mucho debate sobre el tema, la realidad es que los dos productos que a lo largo de la historia han dado palatabilidad a los alimentos, el azúcar y la sal, están estrechamente relacionados con las grandes patologías del momento, la obesidad, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares.

La sal se ha utilizado desde tiempo inmemorial para la conservación de los alimentos (y en menor medida el azúcar), basándose en la capacidad que tiene de retener el agua necesaria para la vida de los microorganismos. La sal es cloruro sódico y esta combinación de iones cloro y sodio es la que le da el sabor salado. Tanto los iones cloro como el sodio y el potasio son fundamentales para la vida, pero como todo, su exceso no está exento de problemas. Está científicamente demostrado que el exceso de sodio provoca hipertensión arterial (HTA) que a su vez es el primer factor de riesgo de las enfermedades cardiovasculares (ECV) responsable del 49% de las muertes. Actúa tanto a nivel periférico sobre los vasos sanguíneos como sobre el sistema nervioso símpático pero con el permiso del riñón que en definitiva es el que le excreta en mayor o menor medida del organismo. Si tenemos un riñón vago requerimos de mayor tensión sanguínea (HTA) para excretar la misma cantidad de sodio, es decir no todos respondemos de igual forma a los niveles elevados de sodio y el que tengamos un tipo u otro de riñón no está claro pero se cree que se decide a nivel intrauterino con un fuerte componente genético. De hecho parece demostrado que en la situación de que la madre gestante tenga poco aporte de calcio durante el desarrollo del feto es suficiente para generar HTA de adulto, lo cual estaría en concordancia con la observación que siempre se ha hecho de que las aguas duras ejercen un efecto protector cardiovascular. Las restricciones de sodio, por tanto, no son iguales para todo el mundo siendo fundamental en los hipertensos obesos y con síndrome metabólico, sobre todo en los de mayor edad

El sodio no sólo está en la sal común, también se encuentra en multitud de aditivos, pero sólo el aporte de la sal es en la actualidad 10 veces superior al valor óptimo de consumo y 2 veces al máximo recomendado (5 gr), por eso ocupa un lugar destacado en el etiquetado. En cualquier caso, son los alimentos procesados y su tratamiento culinario la evidente fuente del sodio (90%) y la comunidad científica considera fundamental conseguir reducir un tercio el consumo del mismo, debiendo transmitir que el organismo puede tardar de dos a tres meses en adaptarse a esta reducción

El potasio ejerce un efecto complementario al sodio, provocando hipotensión, siendo esencial el equilibrio entre uno y otro. Algunos consideran incluso más importante el aumento del potasio en la dieta que la disminución del sodio para reducir la HTA. Las dietas ricas en potasio favorecen la menor producción de oxidantes que destruyen a vasodilatadores como el oxido nítrico, fundamental para la relajación vascular y su efecto hipotensor. Esto es uno de los aspectos destacados en las dietas DASH (Enfoques Dietéticos para Prevenir la Hipertensión, en sus siglas en inglés) que hacen especial énfasis en los alimentos poco procesados como frutas y verduras de los cuales el plátano es un especial valedor.

miércoles, 4 de julio de 2012

CALORIAS, bases de una contradicción

Tras la lectrua del post anterior, la primera pregunta que yo me haría es saber si los azucares son buenos o malos. Las aparentes contradicciones, que aparecen en los distintos enlaces se debe al desfase natural existente entre una investigación básica centrada a nivel celular y otra aplicada centrada en datos epidemiológicos. Para poder sacar conclusiones concretas se necesita entender qué es lo que ocurre y eso lleva su tiempo, porque como decía el Profesor Hans Krebs, “investigar es ver lo que todos ven y pensar lo que nadie ha pensado”.

Llega el verano, necesitamos enseñar nuestras vergüenzas, y empezamos a hablar de calorías, pero ¿sabemos de lo que hablamos?.

La glucosa junto con el oxígeno son dos de los elementos más utilizados por el organismo, necesario para obtener la energía vital, pero de igual forma dicho proceso está mediatizado por los radicales libre que provocan la muerte celular evitando su proliferación, o sea el cáncer. Son también aparentes contradicciones que establecen la estrecha relación entre la vida y la muerte.

Mientras en nutrición se nos dice que la obesidad se debe a un a balance energético desfavorable porque consumimos menos calorías de la que ingerimos, a nivel molecular sabemos que en el balance energético están implicados los sistemas endocrino, neurológico e inmunitario y, por ejemplo, sólo en el control de la glucosa están implicados ocho hormonas y cinco glándulas. En nutrición se necesita hacer sencillo lo complicado para hacerlo práctico, sobre todo, mostrándolo en el etiquetado.

Cuando hablamos de Caloría (en mayúsculas) o simplemente calorías, de lo que estamos hablando es de kilocalorías, es decir mil veces la cantidad de energía necesaria para aumentar un grado centígrado la temperatura de un gramo de agua. Estas calorías nos la van aportar, fundamentalmente, los macronutrientes. El alcohol es la única sustancia que aporta calorías sin ser un nutriente (7 calorias por gramo). Existen tres tipos de macronutrientes.



• Los carbohidratos (4 calorías por gramo).

• Las proteínas (4 calorías por gramo).

• Las grasas (9 calorías por gramo)