jueves, 13 de marzo de 2014

El azúcar y la controversia de la fructosa

Hoy se celebra el día mundial del riñón como acto de concienciación de la importancia que tiene el cuidado de los mismos para la salud pública y la calidad de vida. Su mal funcionamiento es una patología que va rápidamente en aumento como consecuencia de la evolución que tienen Lo tres factores predisponentes, la hipertensión arterial (HTA), que afecta al 35% de la población española, la diabetes, con su especial incidencia en Canarias y el sobrepeso, una epidemia globalizada, los tres directamente relacionados con el envejecimiento poblacional. El temor que tenemos con la diabetes nos hace apoyar alternativas aparentemente más sanas como intentar sustituir la glucosa por fructosa, el azúcar de la fruta, olvidando que el principal combustible real que tiene el hombre y el exclusivo para nuestra actividad cerebral es la glucosa.
En realidad el fenómeno globalizador del sobrepeso pasó primero por Canarias a partir 1492, cuando era paso obligado para llegar al nuevo mundo. Las cruzadas permitieron al mundo occidental conocer la caña de azúcar originaria de asia  y fue a través de Canarias como llegó a América. Hasta ese momento el consumo de azúcar era prácticamente una artículo de lujo. El consumo de bebidas como el café, té o el cacao lo popularizó en los siglos XVII y XVIII y los refrescos y helados en el XX. La competencia del cultivo del maíz convenientemente subvencionado, desplazó al de la caña de azúcar por lo que nos devolvieron con creces el  fenómeno globalizador del consumo de azúcar en forma de sirope de maiz con alto contenido en fructosa. Esto ha ocasionado  que el consumo real de azúcar haya pasado de 5 kg por persona y año en el siglo XIX a 70 kg en el XXI, siendo la proporción relativa de fructosa muy superior a la que inicialmente se tenía.

¿Cual es el debate existente con la fructosa?

Aunque los estudios tienen aún que verificarse,  los resultados no parecen responsabilizarle directamente de la problemática. Por este motivo se está recomendando que las campañas antiobesidad no se centren en dicho producto. A pesar de ello es bien sabido que la forma que tiene el organismo de metabolizar la fructosa no es la misma que la glucosa. Se ha sugerido una menor capacidad saciante de la fructosa. Ensayos de alta concentración parece demostrar la capacidad que se tiene de alterar los parámetros lipídicos relacionados con la aterosclerosis. Ensayos en animales han postulado la aparición de hígados grasos como consecuencia del consumo de fructosa, así como una menor sensibilidad con la insulina. El debate, por tanto, está servido porque la difusión que han tenido estos derivados del almidón de maíz ha sido brutal y su implicación en la economía mundial decisoria. No puede ser casualidad que entre las sustancias que más drásticamente han modificado sus cantidades de uso,el azúcar y sal, también sean las sustancias más implicadas en  las principales patologías que nos afectan.