
¿Qué
debemos tener presente?
La malnutrición no nos
afecta igual a todos. La infancia, una etapa de pleno crecimiento, es el
período más vulnerable, ya que en los niños la relación entre el alimento
ingerido y su peso es muy superior. A esta problemática hay que añadir la falta
de datos ya que los estudios se realizan en mayor medida sobre los adultos. Las ingestas
recomendadas de aditivos,
por ejemplo, se establecen para la edad adulta, desconociéndose, en gran medida,
cuáles deberían ser las recomendadas para los menores tal y como refleja una reciente
revisión
del Acta de la Sociedad
de Nutrición de la
Universidad de Dublín.
El metabolismo de los
menores está en pleno desarrollo por lo que los órganos detoxificadores no
están funcionando a pleno rendimiento, ni los órganos diana de los tóxicos se
ven afectados por igual. No es de extrañar, por tanto, que en la actualidad esté
en pleno debate y estudio la relación de los aditivos alimentarios con el
aumento de hiperactividad
observado en los niños, en especial con los colorantes. Por eso, cuando se
recomienda “zumos
y galletas”, como tentempié a media mañana, hay que hacer especial hincapié
en que los zumos deben ser naturales y las galletas,
las maría de toda la vida, son una
fuente mejor de fibra. Es decir leer el etiquetado
es fundamental, ya que las galletas son un alimento barato, con elevado valor calórico,
con azúcares y en la que, sobre todo las blandas,
tienen una elevada proporción de grasas, muchas de las cuales son saturadas,
es decir, que conllevan un potencial riesgo cardiovascular.
Pero sobre todo no nos debemos
de olvidar que el desayuno,
a estas edades, es con diferencia la comida más importante y debe ser acorde con la alimentación del
resto del día.