miércoles, 22 de agosto de 2012

VINO o CERVEZA, una pareja muy mediterránea

Son los estudios americanos, más que los europeos, los que avalan los beneficios de la dieta mediterránea en la prevención de las principales enfermedades de carácter no transmisibles, aquellas que suponen el 63% de las muertes a nivel mundial.

La benevolencia, tanto de la cerveza como del vino, como parte integrante  de la dieta mediterránea, lo avala, sobre todo, los miles de años de existencia de su consumo. La cerveza fue incluso considerada en sus orígenes como alimento líquido para los trabajadores de la civilización egipcia mientras que el vino se reservaba para la nobleza. Se considera que la baja graduación alcohólica era una garantía higiénica para las malas condiciones, propias de la época, de una civilización que vivía en la ribera del Nilo, amén del aporte nutritivo que suponía, derivado sobretodo de las maltodextrinas (carbohidratos complejos de absorción lenta).

La controversia de incluir bebidas alcohólicas como parte integrante de la dieta mediterránea surgió en 1992 cuando Serge Renaud, director entonces del Instituto Nacional de la Salud francés, publicó lo que después se denominó paradoja francesa, por la cual Francia tenía la misma expectativa de vida que el resto de países mediterráneos, a pesar de su alto consumo de grasas saturadas gracias a las propiedades beneficiosas del vino, derivadas sobre todo de las propiedades antioxidantes de los polifenoles, en especial del resveratrol. Estas propiedades antioxidantes son las que le confieren un gran valor terapéutico y ya se ha demostrado el beneficio que puede ejercer en enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas, el cáncer y posiblemente en la longevidadLos polifenoles también se encuentran en la cerveza, así como vitaminas (sobre todo fólico), fibra y minerales.

Estas bebidas, pero siempre sin alcohol, son recomendables en el mayor, por la baja presencia de sodio y hoy en día ya se utilizan estas técnicas de eliminación del alcohol, no sólo para la cerveza sino también para el vino.

Desde que el hombre dejó de ser recolector-cazador, distinguir entre lo natural y lo artificial se hace muy difícil, pero si la antigüedad puede se considerado como valedor, podríamos decir que el vino y la cerveza, al igual que el queso o el yogurt, son productos fermentados de una forma natural o biológica que tuvo en un principio una finalidad conservadora, mientras que las bebidas de más graduación alcohólica o espirituosas, el alcohol se produce de forma artificial por destilación.

La fermentación no es sólo la conservación sino la producción de nutrientes, vitaminas, sabores, aromas y texturas diferentes que han enriquecido la dieta humana, y que probablemente sea el futuro de la alimentación humana con los procesos biotecnológicos que se están desarrollando, lo cual contradice su naturalidad. En todo el mundo existen alimentos obtenidos por fermentación que en esencia consiste en la utilización de un sustrato determinado por uno o más microorganismos que transforman el alimento en otro con unas características mejoradas. En el caso del vino y de la cerveza la fermentación es fundamentalmente alcohólica porque el proceso transforma los hidratos de carbono o azúcares en alcohol. Esta producción de alcohol, así como modificaciones de otro tipo que ocurren en todas las fermentaciones como las del pH o la temperatura son una garantía higiénica para evitar la transmisión de enfermedades. En ambos casos los microorganismos que actúan son levaduras, pero el sustrato en el caso de lo cerveza, al ser almidones, necesitan una hidrólisis previa a azúcares fermentables, lo cual se consigue mediante la germinación (malta) de la cebada. La producción de anhídrido carbónico evita el crecimiento de otros organismos, por lo que la ausencia de oxígeno es una garantía de conservación.

Sin embargo, con todas estas benevolencias del vino y de la cerveza se tiene que considerar el hecho de que un exceso de las bebidas alcohólicas ejerce el efecto contrario al descrito, y no pasar a hurtadillas y olvidarnos, que el alcohol es un factor de riesgo para el cáncer y por tanto resulta imprescindible resaltar el mensaje que siempre aparece en letra pequeña.



¿Cuál es la ingesta recomendada de alcohol?


Cuando se repite, hasta la saciedad,que hay que beber con moderación, la OMS considera el mismo como:


Para la mujer: 2 volúmenes o UBEs al día

Para el hombre: 3 volúmenes o UBEs al día


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