martes, 13 de noviembre de 2012

DISRUPTORES ENDOCRINOS, sus consecuencias tardías

La presión que está ejerciendo la acumulación de bibliografía científica relativa a la contaminación química ambiental ha propiciado el reciente comunicado de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) de un pronunciamiento oficial sobre los efectos de los disruptores endocrinos para el próximo mes de marzo de 2013.

Fue la experiencia de la talidomida y más recientemente la del estilbestrol (DES), la que nos ha demostrado que evaluar la toxicidad a largo plazo no es tarea fácil y que en ambos casos el ser humano ha actuado como auténtico conejillo de indias. Desde entonces todos aquellos productos que son capaces de simular y modificar la acción de las hormonas están siendo vigilados, en especial aquellos que afectan a las hormonas sexuales y tiroideas, pero sin dejar atrás otras como las secretadas por el tejido adiposo, las suprarenales o el páncreas.

Si fue la talidomida en los años 60 la que nos demostró que la placenta no era una barrera protectora y se podían producir deformaciones físicas en el feto (teratógenos), fue el DES en los 70 el que nos enseñó que otros efectos perniciosos, como el cáncer, podían aparecer en el recién nacido, después de 20 años de que la madre estuviese en contacto con estos productos, a pesar de haber suficiente documentación científica que nos pudo haber alertado.

Las hormonas tienen por finalidad mantener el equilibrio fisiológico de nuestro cuerpo, y así como las hormonas sexuales nos van a diferenciar a los sexos, las hormonas tiroideas son fundamentales para el desarrollo de nuestro cerebro y del metabolismo en general, incluido la eliminación de los disruptores. El hecho de que el feto no sea maduro en su producción hasta pasados los 6 meses de gestación, nos induce a meditar sobre dependencia total que tiene de las hormonas que le aporta su madre en sus primeros meses y la importancia de aquellas sustancias que alteran su funcionalidad.

La duda que se mantiene es que si bien se va conociendo la toxicidad a nivel individual, se conoce menos sobre el efecto que produce niveles bajos de varios o muchos de estas sustancias juntas, lo que se suele llamar efecto “Cocktail”, y cuanto tendremos que esperar para verse reconocidos sus efectos, toda vez que es así como se nos presenta en el medio ambiente.

Es un hecho constatable que la baja natalidad es dificilmente explicable sólo por el consumo de anticonceptivos, cuando comprobamos el creciente problema de la esterilidad, sobre todo en varones, los problemas de descenso testicular (criptorquidia) e hipospadias o el cáncer testicular, así como el incremento de la obesidad de la última década, los mismo efectos que se observan en los animales de experimentación.

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