miércoles, 27 de febrero de 2013

CELULAS MADRE, ¿adultas o embrionarias?


Con frecuencia las estadísticas rompen con nuestras  percepciones. Las estadísticas nos dicen que siendo España uno de los países que, en el contexto europeo, suspende la ciudadanía en conocimientos en biotecnología, en cambio, somos muy proclives a su utilización para el avance científico y mejora de la calidad de vida. Es decir no tenemos  fobia alguna a lo desconocido,  quedando para la reflexión si lo que tenemos realmente es la temeridad que otorga la ignorancia.
Resulta por lo menos curioso  comprobar como, a pesar de los momentos que vivimos, nos aburren expresiones como la ética de la sexualidad, y en cambio nos produce un morbo sin igual que se haga referencias, sin tapujos, al tamaño del órgano viril. Y numéricamente comprobado, la proporción es de 10 a 1.
Cuando pasamos de los 50 nos percatamos de nuestro deterioro físico. Es entonces cuando cobra inusitado interés las herramientas reparadoras a nuestro alcance.
El próximo trece de marzo es el día mundial del riñón. En una comunidad como la canaria, con el problema endémico de diabetes que tenemos, es sin duda una fecha para recordar. Es sin duda  ilusionante saber reconocer la posibilidades que se nos ofrecen las nuevas tecnologías como las  células madre adultas, por ejemplo, para regenerar las retinopatías que ocasiona la enfermedad, pero

            ¿Acaso tenemos claro a qué nos referimos cuando hablamos de células madre, adultas o embrionarias?

            A pesar de las posibilidades que nos ofrece la biotecnología en regeneración de tejidos no está exenta de controversia. En el centro del debate se encuentra el concepto que tenemos del orígen de la vida, es decir cuando consideramos que surge un nuevo individuo.
La complejidad de la reproducción sexual es lo que nos ha permitido llegar a ser humanos, y en los mamíferos, a diferencia de lo que ocurre con las aves, se mantiene un dialogo molecular entre el feto y su madre desde el mismo día de la fecundación. Esto hace que no pocos consideren que con la reproducción asistida estemos jugando a ser pequeños dioses, puesto que al implantar los embriones muchos tienen que ser desechados.
         Ya para comenzar hay que decir que el término que ya ha calado socialmente, “células madre”, es poco afortunado, en realidad se le debería llamar células troncales, de las cuales se pueden obtener células diferenciadas en virtud al gran dinamismo que caracteriza a la vida. De hecho cualquier célula puede dividirse dando lugar a dos células hijas, sin embargo, en las células madre o troncales, una de ellas mantiene la capacidad de autorenovarse de forma intacta, mientras que la otra se convierte en diferenciada con la capacidad de multiplicación, por tanto, más restringida. Esta capacidad casi ilimitada de reproducción se está utilizando con fines terapéuticos en regeneración de tejidos, mediante la reprogramación de las células a estados más juveniles y vuelta con posterioridad a las situaciones diferenciadas, o bien utilizando directamente células embrionarias  que implican la manipulación de un nuevo ser.
          Fue en 1999 cuando se descubrió la evidencia de que cualquier órgano humano puede disponer de células madre, son precisametne las responsables de su regeneración. Hasta la fecha se ha podido comprobar en médula ósea, sangre periférica, sangre del cordón umbilical, cerebro, médula espinal, pulpa dentaria, vasos sanguíneos, músculo esquelético, epitelio de la piel y tejido conjuntivo, córnea, retina, hígado y los conductos del páncreas. Hasta hace poco se creía que estas células troncales adultas sólo podían producir un tipo de tejido (específicas de tejido) pero recientemente se ha podido demostrar lo contrario, inclusive algunas adultas parece tener más potencial de diferenciación que las embrionarias. Tienen la ventaja adicional que no suelen tener los problemas de generar tumores que tienen las embrionarias.
        Estas células madre adultas ya han demostrado una plasticidad impresionante y son capaces de convertirse de una célula hepática en otra pancreática secretora de insulina, o de médula ósea a células endoteliales y regenerar nuevos vasos, fundamental en las retinopatías diabéticas.
       Otra gran mejora de estas tecnologías es la capacidad que tienen de modelar y reproducir la enfermedad en la misma mesa del laboratorio con las posibilidades que esto proporciona para investiga nuevos tratamientos, un gran paso hacia la personalización del tratamiento de la enfermedad.



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